sábado, abril 30, 2011

Destino


Justo cuando empezaba a creer en él, dejé de hacerlo. Ya no estoy segura de nada de lo que hace unos días podía asegurar sin problema. Perdí la confianza, y aquél lugar seguro que me hacía sentir que nada malo podía afectarme.

Un par de palabras.

Solo un par de palabras y todo se puso de cabeza en un abrir y cerrar de ojos. No lo entiendo. Pero supongo que no ha sido culpa de nadie. Las cosas solo pasan. Y esto era inevitable.

Inevitable como el dolor que sentí, o el resentimiento que quedó, o los malentendidos que precedieron a aquél día, junto con algunas situaciones inesperadas que parecieron hacer complot en mi contra por una segunda noche consecutiva. Todo inevitable. A menos que el destino exista, y éste este tratando de decirme mediante esto que no debo seguir el camino que tanto quería después de todo.

Ah, pero terca debo ser.

Destino, ya no creo en ti. Si me quedo, será porque quise. Si me voy, será porque era lo mejor. No voy a cerrar los ojos y confiar en ti, ni culparte por mis errores. Creo que por eso tampoco creo en un Dios verdadero. Puede que nunca sepa qué es en lo que creo en realidad.

Aunque hay algo en lo que debo creer sin importar nada...

En mí.

Si creo en mí, voy a modificar mi camino todas las veces que lo necesite. Erraré y acertaré inumerables veces, lo sé. Pero no me interesa. El punto es que lo haga yo misma.

Así que ya puedes irte, Destino.

La mariposa se cansó de ir en flor en flor solo porque aquello se le fue indicado.

Ahora solo quiere dejarse llevar por el viento.

Mírala elevarse lentamente...

Sube y sube y... ¡ah...!


Mira...


Ya se ha ido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario