sábado, diciembre 31, 2011

...hecho está.

Me alegra haber roto esa promesa. Me alegra haberme atrevido a hacer aquello. Darme cuenta de la situación con mis propios ojos ayudó mucho a terminar de matar la melancolía que se esforzaba en habitar en mi pecho. Y estoy bien... mucho mejor de lo que esperaba, en realidad.

Siempre fuiste egoísta, siempre fuiste orgullosa. Al parecer, en tu perspectiva, yo nunca he tenido el derecho a molestarme por absolutamente nada, así como mis disculpas no tienen validez sin importar su sinceridad o cuanto me haya esforzado en darlas. Es más, muchas veces tú ni siquiera tenias por qué disculparte. Simplemente volvías a hablarme como si nada y esperabas que yo olvidara todo. Y para colmo... casi siempre lo hacía.

Realmente te otorgué derechos y privilegios que a nadie antes le había dado. Me esforcé, luché, y sufrí bastante solo para poder permanecer a tu lado. Más de una vez me tragué el orgullo, te perdoné sin que lo merecieras, e incluso me eché la culpa cuando no me correspondía. Todo por tí.

Aun cuando llegué a estar muy enojada y dolida contigo, me preocupé en conseguirte esos dos videos simplemente porque quería hacerte sonreír... porque no quería arrepentirme por no haberlos conseguido cuando tuve la oportunidad. Y como tú estabas molesta, no recibí ni un gracias (hasta que te reclamé, claro). Fuiste a compartir esa felicidad con todo el mundo... menos conmigo. Y pensar que gasté esos minutos dorados de una experiencia única, pensando en ti. Realmente da algo de coraje, ¿sabes? No era cualquier cosa, y creo que lo sabías. Pero igual no te importó.

Una y otra vez, apropósito o sin proponértelo, pisotearías mi cariño, mi dignidad, mi orgullo y mi paciencia hasta hacerlos añicos. Y yo siempre te dejé. Siempre preferí morderme la lengua y esconder mis lágrimas; pretender ser fuerte o indiferente hasta cierto punto para que las cosas pudieran solucionarse lo más pronto posible. 

Hasta el último día sacrifiqué todo por tí, y repito que no me arrepiento porque quiero quedarme con todo lo bueno que pueda, pero eso no quita que sepa perfectamente que tú no merecías todo lo que hice por tí. No merecías ése sacrificio, ésa devoción, ésa necesidad que te tenía sin esperar nada a cambio. No digo que no me quisieras, solo que no supiste lo que eso implicaba y cómo hacerlo y demostrarlo. 

Vacié todo mi amor en un jarrón lleno de grietas, pero no me di cuenta hasta que me lo acabé y éste ya se había desperdiciado.

A pesar de lo que esto pueda parecer, no te estoy poniendo como la mala del cuento o haciéndome la víctima. Ya lo hecho, hecho está. Simplemente estoy dándome cierto reconocimiento por haber aguantado tanto, subiéndome un peldaño en la escalera del amor propio para decirme a mí misma que sé que yo no fallé. Yo hice todo lo que estuvo en mis manos por mantenerte en mi vida, pero las circunstancias no fueron las adecuadas, y tú te cansaste de poner de tu parte. 

Yo valgo mucho, y tienes suerte de que alguien te haya amado de la manera en la que te amé. La mejor manera de demostrar que no supiste apreciar todo lo que te di está en que... te di una carta en blanco para solucionar todo, y la negaste. Porque te hartaste, porque te aburriste, porque seguías enojada... no lo sé, realmente no interesa. Cuando algo de verdad te importa simplemente lo demuestras hasta el último segundo, y tú definitivamente no lo hiciste. 

No me supiste valorar.

Y tal vez, algún día te des cuenta. Y tal vez, solo tal vez, algún día te arrepientas.

No retiro nada de lo dicho en el anterior blog, excepto que tal vez ya no me siento tan triste por dejarte ir. Echaré de menos los buenos tiempos pero será con una sonrisa, ya que todo lo malo se va quedando atrás con cada segundo que pasa. De verdad todo es aun más fácil ya que me he deshecho de él, y eso me alegra. La vida ya es bastante difícil sin tener que estar al pendiente de la vida amorosa de dos personas al mismo tiempo, o incluso de una sola. 

Justo ahora solo quiero ser feliz.

Agradezco todas las sonrisas que me brindaste, incluso las lágrimas. Tengo cicatrices que me recordarán las pruebas difíciles que me esforcé en superar por ti, de forma que siempre pueda reafirmar de lo que soy capáz. Pero eso es todo. No habrá más lágrimas, o intentos de buscarte, o preocuparme por ti. Me has dejado más que claro que solo he sido otro objeto que deshechar en tu vida, por lo que no tiene caso el querer tenerte aún en la mía.

Viendo todo esto, admito que no creo que hayamos sido almas gemelas después de todo, pero eres probablemente lo que más se le ha acercado. Durante los buenos tiempos me hiciste más feliz que nadie, y por eso te deseo lo mejor, no importa cómo, cuando o con quien.

Gracias por todo, supongo.

Que seas feliz.


R.xo.

viernes, diciembre 30, 2011

Y lo hecho...

Finalmente todo encontró la manera de terminar... sin embargo, aún no sé cómo sentirme. Todo es confuso dentro de mí en éste momento. ¿Alivio, por no más drama? ¿Dolor, por una pérdida? ¿Felicidad, por haber salido viva y seguir adelante? ¿Triste, por la soledad? En verdad... no lo sé. Creo que ya he sentido todas más de una vez, pero nada se queda en su lugar.

Hice lo que llamaría "mi último esfuerzo", aunque ciertamente ya no estoy esperando nada a cambio. Desde el principio supe que me sentiría mal por hacer y decir todo eso, pero el miedo y el orgullo no me dejaron pedir disculpas hasta ahora, agraviando ésa culpa. Finalmente me la saqué de encima, y me ha hecho un bien enorme... más que nada porque ahora sé que si las cosas nunca se arreglan de nuevo, ya no fue por mí.

Es raro... perder enteramente a alguien que alguna vez significó tanto. Es decir, es algo bastante desagradable, y más cuando eres una persona a la que le gusta conservar los buenos recuerdos. Pero aún así, siento que lo más indicado es olvidar, porque después de todo, ya he pasado por esto antes.

Por eso me pregunto si me he vuelto más fría, o si solo ya estoy acostumbrada a ser dejada atrás. Me quiebro y paso un mal rato, pero todo es temporal. Cada vez me toma menos tiempo levantarme y alejarme de aquello que duele. Mirando hacia atrás, apenas y recuerdo algo sobre las otras tres personas que dejaron marca en mi corazón, y sin embargo, sé que en su momento fueron razón de martirio, llanto, y resentimiento que tardaron bastante en irse. De hecho, me acuerdo más de las cosas malas que de las buenas, al punto en que parece que ni siquiera hubo buenas... creo que eso es porque a todos esos que me lastimaron los quise sacar de mi vida a la fuerza, odiándoles y despreciándolos tanto como podía...

Esta vez sin embargo, ha sido diferente. Desde el principio, y en todo sentido, lo fue.
A ella no puedo odiarla. Nunca por mucho tiempo al menos.
Y eso es lo que más me confunde.

No solo ha sido la relación más larga, seria, importante, y por la que he sacrificado más... sino que también fue la única de las cuatro que en verdad quise que terminara en una valiosa amistad, a pesar de los malos ratos y las heridas que eran (gracias a 'ellos' en gran parte) aun más grandes que las de pasadas batallas. Y lo que más me cuesta comprender es... después de todos esos sentimientos, ¿por qué ha sido la más sencilla de sacar de mi vida... pero sin odio? Dado mi naturaleza rencorosa, y sabiendo todo esto, lo más normal sería que fuera la más difícil de olvidar, y a la que odiara más que a ninguno otro.

Pero no es así.

Gradualmente, he olvidado y superado más rápido las rupturas en mi corazón, pero sigo sin comprender por qué ésta -de todas las demás- ha tenido que terminar así. En el fondo, alguna parte de mí quiere seguirle extrañando, llorarle todas las noches y hacerme la víctima como de costumbre... pero no se siente necesario. Es una especie de resignación combinada con un perdón que le he otorgado sin que me lo pida.

Sé que puedo dejarla atrás, justo ahora más que nunca. 

El asunto es... que no quiero.

Precisamente, por todo lo dicho. Tal vez mi mente y mi corazón sean mucho más fuertes que antes... pero yo sigo siendo la sentimentalista que quiere sus memorias felices intactas. Ya perdí tantos buenos recuerdos en mis torbellinos de odio en pasadas relaciones, y sé que definitivamente no quiero perder estos, porque los de ella son... probablemente de los más felices que tengo. 

Antes de conocerle no creí que existiera nadie así: una persona tan opuesta y a la vez tan idéntica a mí, que me comprendiera y me hiciera sentir mejor en mis peores momentos, que me hiciera sentir que... por una vez, no estaba sola. Incluso hubo un período de tiempo en que miraría hacia el futuro y me preguntaría si debía empezar a ahorrar para irme a vivir allá, o traerla a México... y cabe decir, que nunca en mi vida me había permitido hacer eso con nadie más, pero en ésta ocasión lo pensé casi inconscientemente.

No es como que pago viajes de casi un mes y más de 10,000 pesos por cualquiera. En verdad le quería más que a nada en el mundo. En verdad disfruté muchísimo estar con ella a pesar de todas las cosas malas. Y... en verdad, aún hoy en día, desearía que pudieramos seguir siendo amigas. Porque nunca dejé de quererla, simplemente ése cariño tomó otra forma... y sintiéndome ignorada, supe que ya no la hacía feliz. Entonces... ¿por qué seguir discutiendo por tonterías y pretendiendo que todo estaba bien?

La magia se había ido... pero no quería que todo lo demás lo hiciera. Y sin embargo... un error tras otro acabaron enterrando lo que quedó de nosotras. Y ya no hubo forma de recuperarlo. 

Creo... que probablemente eso es lo que más me duele, porque nunca antes había confiado en alguien de la manera en la que lo hice con ella.

Por lo general, nunca puedo ser enteramente yo con las personas porque yo misma me dejo presionar por muchas "normas sociales", pero actuar como normalmente hago alrededor de ella era para mí de lo más común. No sentía que tener pereza a rasurarme las piernas, o hablar con la boca llena, incluso eructar o que me viera sin ropa tuviera alguna importancia. No me preocupaba, no me daba pena, y sobretodo... me sentía bien. Aquella cotidianidad era extraña y nueva... pero me gustaba. Ser tan cercano a alguien era algo desconocido para mí, y me gustaba que fuera algo tan íntimo y especial. Porque lo veía siempre. Apenas nos rodeaban otras personas que no fueran su familia, y se comportaba distinto. Y sentir que solo conmigo era así, me hacía sonreír.

Ahora sin embargo, quisiera saber a dónde se fue ése cariño. ¿A dónde fueron esas lágrimas tristes que se escapaban de tus ojos solo al mencionar mi partida? ¿A dónde fueron esos besos esquimales que de cuando en cuando me dabas en un arranque de dulzura? ¿A dónde fueron los celos infantiles en los que prohibias a tu hermano abrazarme, mientras tú te aferrabas a mí? ¿A dónde fueron las bromas privadas de medianoche, combinadas con besos y carcajadas?

¿A dónde se fue todo eso que decías sentir por mí?

¿Y qué fue lo que hice para que dejaras de quererme así?

Quisiera saberlo.

O tal vez no.

Sinceramente, no lo sé. No quisiera escuchar que simplemente se aburrió, o enterarme de algún error catastrófico o situación inevitable que causara que todo esto se saliera de control. Pero tampoco quiero quedarme con la duda, porque no puedo evitar sentirme desengañada, como si me hubiera mentido todo éste tiempo y solo me hubiera utilizado. 

Aunque... sé que esos sentimientos tan vacíos solo son causados porque me duele su ausencia. De una forma u otra, pero lo hace aunque sea muy en el fondo. Lo sé porque a pesar de que no me torturo pensando en ella o extrañándola 24/7, las veces en las que hablo sobre nosotras, incluso de las cosas felices... acabo llorando. Tal vez solo se trata de una lágrima o dos, pero no puedo contenerlas. Me doy cuenta de que a pesar de que puedo seguir adelante, me duele mucho dejar todo atrás. 

Porque realmente el gran problema es que, dadas pasadas experiencias, sé que en algún momento dejaré de llorar. Y ése día significará que ya no le extraño en lo absoluto, que me da completamente igual, y probablemente para ése momento ya habré perdido gran parte de mis recuerdos más preciados, porque también habré perdido la costumbre de pensar en ella.

Y aunque me llamen terca o masoquista... en verdad no quiero que ninguno de esos recuerdos se vaya. Lo dije en ése último mensaje, y lo seguiré diciendo. Estos últimos -casi- dos años cambiaron radicalmente para mí gracias a ella. Muchos aspectos en mí mejoraron, y entre estos está que me volví una persona más alegre. Aprendí a apreciarme más, a despreciarme menos, a confiar más en mí misma... y aunque todo eso se haya ido en gran parte junto con ella, pensar en lo mucho que afectó positivamente mi vida me hace sonreír. 

Daría lo que fuera por mantener esa sonrisa, porque seguramente desaparecerá poco a poco, hasta el día en que finalmente solo sea "ésa chica de Venezuela con la que andaba".

Pero... supongo que debo ponerle fin a ésta guerra de prioridades y necedad. Ha salido oficialmente de mi vida, y sé que la única que sigue afectada aquí por éste final soy yo. A ella ya no le importa más, y aunque quiera aferrarme a los buenos recuerdos... supongo que en algún momento tendré que aceptar que ahora solo es parte de mi pasado.

Nada más.